Visita a los Archivos nacionales de ultramar en Aix-en-Provence, Francia

Este verano, después de pasar un rato con mi familia en California, pasé un mes en la ciudad de Aix-en-Provence, Francia, visitando los Archivos Nacionales de Ultramar. Con la ayuda de una graduate enhancement award del Social Science Research Council, financié el viaje. Por medio de la conexión de una amiga pude rentar una habitación unos cuatro kilómetros de los archivos en el centro de Aix por un precio amigable.

Para llegar a los archivos desde mi hogar, caminé por la calle principal Cours Mirabeau hasta llegar al gran fuente en medio de la rotonda, di vuelta para el sur sobre la avenida Victor Hugo hacia el parque Jourdan, y de ahí seguí la Avenida Robert Schuman hasta llegar al campus Aix-Marseille. Los Archives Nationales d’Outre Mer (ANOM) se encuentran al otro lado de la calle de la Faculté de Lettres. Al llegar a la entrada del edificio de ANOM se nota que hay dos puertas, uno de acero que parece la de una caja fuerte que permanece abierta durante las horas de operación, y otra de vidrio que se mantiene cerrada y trancada. Les timbras para que te la abren.

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Al entrar, se ve un papel pegado a la puerta que anuncia la implementación de leyes vigipirate prohibiendo la entrada de maletas grandes. Desde los atentados en París el noviembre pasado leyes vigipirate han permitido la alta vigilancia de espacios públicos. Con solo una mochila entré sin preocupación. Inmediatamente a la derecha de esta pequeña sala de entrada se encuentra un mostrador atendido por un bibliotecario. Después de rellenar unos formularios para declarar tus planes de estudio, te dan acceso a un pase para el día y un número de escritorio. (Después de que regresas por la segunda vez al archivo ya te permiten registrar para que te saquen una foto y te imprimen una carta única con tu numero permanente.) En este momento me pidieron que abriera mi mochila para que la revisaran. Cuando vieron que solo llevaba unos libros, un cuaderno, mi tableta y unos lapiceros, me dijeron que no se permitía la entrada de la bolsa a la sala de lectura (ni lapiceros, cuadernos, ni libros personales). Me dieron la llave para un locker.

Cuando guardé todo menos mi tableta, pasé por una puerta donde encontré una pequeña sala con una expendedora de café y agua de tomar. Detrás de la pared de vidrio entra luz de afuera y se alcanza a ver una fuente artesanal chorreando agua. Las escaleras al segundo piso te llevan a la sala de lectura. En esta sala se encuentra otro mostrador atendido por otro bibliotecario que te puede ayudar a encontrar y pedir documentos. Cuando ya le agarras la onda al sistema de búsqueda puedes usar las computadoras disponibles para encontrar el número de referencia del documento que deseas. Después de que hayas apuntado el número (la cote) vas a otra computadora específicamente designado para tomar pedidas, haces tus pedidas y después te aparece la hora en que tus archivos estarán disponibles.

La espera puede ser entre treinta minutos y una hora dependiendo de qué tan ocupado está el equipo de bibliotecarios. Para pasar el rato exploré el espacio. La sala es bastante amplia, con casi 100 asientos, y con un techo muy alto. Los paneles de vidrio en el techo permiten la entrada de una iluminación natural. Saqué mi tableta para conectarme al internet, pero resultó que ANOM no ofrece wifi. De hecho del mes que estuve ahí había tres semanas en que el internet ni siquiera funcionaba en las computadoras disponibles en la sala de lectura. Sin internet, apague mi tableta y empecé a fijar en los detalles alrededor de mí. Puedo decir con certeza que esa sala de lectura en los Archivos Ultramarinos es el sitio con más diversidad que cualquier otro lugar que alcancé a ver en el pueblo de Aix-en-Provence, una ciudad mayormente compuesta por gente güera. Pues ahí se encontraban estadounidenses de diferentes raíces, Franceses de descendencia africana, y gente asiática. Leí los títulos de los cartones que otras investigadoras tenían en los otros escritorios: Vietnam, Algeria, Martinique, Guadeloupe, Guayana Francesa, el pueblo Hmong. En la estantería que se encontraba en una pared había bastante libros de referencia. Aquí junto a los diccionarios de Inglés – Francés encontré una copia de la Dictionnaire de la colonisation française por Pierre Montagnon, una obra impresionante de casi novecientos páginas. Leí las definiciones de algunas entradas en este diccionario hasta que mis documentos estaban listos para tomar. En otro mostrador al fondo de la sala de lectura se despachan los documentos pedidos. Al menos que sea un solo libro, típicamente te dan un cartón rellena de documentos. Llegas a tu escritorio y te pones a investigar. Los cartones, unos mas bien organizados que otros, pueden contener varios tipos de documentos, como revistas, libros, thesis, mapas, registros, letras personales, reportes y papeles administrativos.

Yo investigaba las tácticas punitivas que fueron implementados en la colonia penal de la Guiana Francesa con la meta de entender si el régimen disciplinaria estaba tratando de rehabilitar a los prisioneros. Rápidamente me di cuenta que el régimen penitenciaria se especializaba en mandar a los prisioneros a hacer trabajos forzados hasta su muerte. Encontré registros de castigos, actas de defunción, documentos sobre los fondos para la colonial durante el gobierno de Vichy, y también varias narrativas testimoniales que abogaban para la supresión de la colonia penal. Después de haber investigado todos los días por una semana y media, una señora que trabajaba ahí se me arrimo para decirme que yo debería de conocer al especialista de los archivos sobre la colonia penal. Me introdujo al señor y platicamos sobre mis intereses específicos. Además de permitirme la oportunidad de practicar el francés, platicando con este especialista me hizo pensar detalladamente sobre lo que en verdad quería estudiar.

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Encontré un reporte escrito por un guardia quien fue testigo de unos prisioneros que se escaparon. Según su testimonio, los prisioneros saltaron de un tren mientras que estaban siendo transportados. El equipo de policías pudo confirmar que los fugitivos habían llegado en Venezuela y Colombia, pero estos países no extraditará a ninguno de los escapados. En uno de los periódicos, alcancé a leer un artículo sobre la inauguración de relaciones diplomáticas entre Francia y Ecuador.  Una letra escrita en Guatemala por M. Gaston Bradier, Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, demandó por la creación de acuerdos de extradición con países vecinos. Al señor Bradier le urgía la extradición de un fugitivo en Costa Rica, René Belbenoît, un prisionero escapado que lanzó una campaña efectiva de prensa en contra de los métodos de represión usados en la colonia penal.

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La administración de la colonia penal cambió bajo el gobierno de Vichy, una época en que Francia estaba militarmente ocupada por Alemania y colaboró con el régimen nazi. Con un enfoque en la guerra en Europa, la colonia fue desatendido y murieron muchos prisioneros debido a la falta de recursos. Curiosamente los archivos de la época Vichy tenían alteraciones en el membrete de las páginas oficiales. Por ejemplo dondequiera que apareciera el frase “République française,” estaba tachado con X, y reemplazado con “Etat française. También, para indicar el cambio de valores, la administración de Vichy cambió la lema nacional de “Liberte, Egalite, Fraternite” a “Travaille. Famille. Patrie.
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Mientras que examiné numerosas cajas vagamente intitulados llenos de papeles de 1890, apareció una revista de viaje de 2013 con fotos de alta-definición anunciando viajes a la Guayana Francesa, atrayendo al lector con una invitación de visitar la ruinas de la colonia penal. La narrativa histórica que encontré en la publicación se enfocó en los casos de los prisioneros escapados y minimizó la historia del trabajo forzado. Para mí, este encuentro generó otra pregunta de investigación: ¿Puede ser que el turismo a la colonia penal trivializa la historia del trabajo forzado después de la abolición de la esclavitud? Esta pregunta me fascinó tanto que escribí un ensayo sobre el tema y lo presenté en el congreso de la Graduate Association of Comparative Literature Students (GRACLS).

Espero volver pronto a los Archivos Nacionales de Ultramar en Aix-en-Provence para seguir mis investigaciones sobre las colonias penitenciarias.

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