Colaboradora invitada: Valeria Rey de Castro, Tempestad en los Andes: historias privadas del conflicto

El documental Tempestad en los Andes (Mikael Winström, 2014) se inicia con el viaje de Josefin Ekermann hacia Perú con el fin de esclarecer las misteriosas circunstancias alrededor de la muerte de su tía Augusta la Torre, “Camarada Norah”,  primera esposa de Abimael Guzmán. Esta pareja fundó el partido comunista peruano Sendero Luminoso (PCP-SL), grupo terrorista de tendencia leninista maoísta que operó desde los ochenta hasta la captura de Guzmán en 1994.

Desde su llegada a Lima, Josefin se contacta con Flor González, hermana de Claudio, injustamente detenido y desaparecido en la masacre del penal ”El Frontón” durante el primer gobierno de Alan García. Josefin y Flor se dirigen en busca de respuestas relacionadas con sus pérdidas. El vínculo entre las experiencias de ambas mujeres es el punto de partida para narrar la historia del conflicto armado en el Perú. Sin embargo, la búsqueda se frustra y expone la complejidad de una época que descubre las heridas abiertas de la guerra interna a pesar de su fin “oficial”.

A través de la referencia a Guamán Poma y su Nueva Corónica y Buen Gobierno, Josefin concluye que las poblaciones más vulnerables en el Perú, desde la Colonia hasta la actualidad, siempre estuvieron formadas por el campesinado indígena, lo que revela la naturaleza altamente racista del conflicto tanto del lado de quienes decían defenderlos como del Estado.

A lo largo del documental, Josefin —nacida y criada en Suecia— se debate entre el discurso paterno que construye un relato heroico en torno a los actos del PCP-SL y el rostro de un país que, pese al paso de los años, le revela el trauma generado por la violencia política. En el caso de Flor —hija de un líder campesino durante los setenta—, se trata de demandar justicia por la muerte de su hermano. En un inicio, Flor desconfía de Josefin por las acciones subversivas de sus tíos. No obstante, se percata después del grado de responsabilidad del Estado en la matanza del Frontón como en el resto de otras masacres realizadas, aparentemente, en defensa de la sociedad civil.

Al enlazar las historias de ambas mujeres, se descubre la herencia —una generación posterior— de la violencia política dentro de los espacios íntimos. El hecho de que ninguna de ellas encuentre respuestas (Josefin) o reconciliación (Flor) en sus búsquedas, se extiende hacia la persistencia de una sociedad fragmentada que no termina de afrontar su pasado de terror, lo que dificulta el proceso de duelo.

Tempestad en los Andes demuestra que en el Perú actual el límite entre el ámbito público y privado se difumina y, hasta hoy en día, todos somos víctimas de este conflicto que se refleja en nuestra vida cotidiana.  Así, uno de los logros del documental es mostrar esta situación desde la perspectiva de la heredera del victimario y también de la víctima. Al final, aunque ellas logren conciliar su experiencia personal con la de la guerra interna, la inexistencia de un Estado que imparta justicia imposibilita la creación de una comunidad en la cual los ciudadanos puedan reconocerse como tales: única forma posible de enfrentar un pasado doloroso.

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